Con una innovadora propuesta de packaging y una historia propia de aventuras, llega a la Argentina Krikos: un snack de granos de maíz tostado y salado, muy crujiente, riquísimo y sin conservantes, que nacido en España ha revolucionado ya otros países del mundo.
En Europa, KRIKOS se vende más que el maní. Contiene mucha menos grasa. Es puro hidrato de carbono. Se lo considera un fruto seco, amigo inseparable de los deportistas, amantes de caminatas y el trekking.
Jamás antes en la historia de los copetines en bolsa una marca dejaba de mostrar su logo a primera vista. KRIKOS propone en este sentido un cambio radical que, además, humaniza el producto detrás de los ojos de un visionario. En este caso, los de su propio creador.
KRIKOS se presenta en bolsas de 50 y 100 gramos, y puede obtenerse en Falabella, Supermercados Todo en la Patagonia y otros puntos de venta a lo largo del país. Próximamente, en Walmart y Carrefour.
Historia de una aventura
Hace algunos años, un joven llamado Víctor Alonso renunciaba a su trabajo en Madrid para emprender el viaje que había soñado toda su vida: dar la vuelta al mundo. Tras cruzar África por tierra y atravesar el Atlántico en un pequeño velero junto con un capitán japonés, llegó a la Argentina.
Ante el primer maxikiosco que encontró, pidió ese maíz crujiente y salado que su paladar extrañaba. Desilusionado, salió de allí con un juramento: producir ese maíz tostado que tanto le recordaba a su infancia en Argentina, el país que había cautivado su corazón.
Junto con su socio argentino Germán López, luego de tres años de incesante creatividad y voluntad, KRIKOS llega al mercado argentino, envuelto en la visión de su creador. Los ojos del packaging, son los de Víctor. Los de un visionario.
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