Que somos un país de fuertes contrastes ya no queda ninguna duda. Por más que el cine y la TV abierta argentinos tropiecen siempre con las mismas piedras y se pierdan, una y otra vez, la posibilidad de crecer, sin embargo, la industria audiovisual local se da mañas para, de todas maneras, expandirse.
La TV cable, por ejemplo, en tanto su hermana mayor, la TV por aire, sigue entregada a la epidemia chimentera, los precarizados ciclos de archivo, el doble sentido ramplón y los ásperos periodísticos noctámbulos, tal vez por eso, capta cada vez a más y más televidentes.
El Consejo Latinoamericano de Publicidad en TV Paga (Lamac) considera que "la Argentina continúa siendo el país que registra la tasa más alta de penetración de TV paga en América latina". Para la Cámara Argentina de Centrales de Medios (Cacem), el año pasado la TV cable, junto con Internet, fue el medio que más creció ya que recibió un 33 por ciento más de recursos.
Que una TV como la que ofrecen los canales por aire argentinos, que en algunas franjas centrales de su programación diaria se muestra tan paupérrima y saturada de groserías y de necedades, sea capaz, al mismo tiempo, de producir contenidos y formatos de exportación tan atractivos como para jugar en las ligas mayores de la producción televisiva internacional (como bien escribió Ricardo Marín en su nota del jueves último en este suplemento: "La Argentina es la cuarta potencia mundial en materia de exportación de formatos, detrás de Gran Bretaña, EE.UU. y Holanda") ratifica que la contradicción es una cornisa propicia por donde nos gusta hacer pininos entre el arte de saber hacer equilibrio en las alturas y la posibilidad concreta de la caída estrepitosa en cualquier momento.
Sólo entre 2006 y 2008, consigna el artículo citado, subió un 1479% la cantidad de horas de televisión exportadas por la Argentina.
Volviendo al estudio de Lamac sobre el cable, "la TV paga en la Argentina -asevera- tiene actualmente un alcance alto en todos los niveles socioeconómicos: 86% en el alto, 82% en el medio y 73% en el bajo". Que la TV abierta está perdiendo a sus espectadores más calificados lo prueba este dato: el 57% de la audiencia del cable está integrada por televidentes de niveles medios y altos. Hoy casi la mitad de la gente que mira TV (45%) sintoniza cable (porcentaje que crece los fines de semana ya que la audiencia de la TV abierta cae nada menos que en un 62%).
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